>
LA NUEVA LOFAN Y SU INCIDENCIA NEGATIVA PARA VENEZUELA
Agradecidos por su receptividad.
GB (AV) Eduardo Arturo Caldera Gómez
>
>
>
Hace pocos días viajé de San Cristóbal a Mérida en transporte público. De más está decir que es un trayecto relativamente corto: a lo sumo 5 o 6 horas de tránsito. Cuando apenas salíamos de aquella ciudad y nos acercábamos a la bella población de Michelena (en la que nació el general Marcos Pérez Jiménez), detuvo el autobús un hombre de mediana edad (unos 55 años, quizá más) quien iba en compañía de unos jóvenes (al parecer habían adquirido los pasajes con anticipación) y entraron en tropel a la unidad. El hombre en cuestión, aunque no vestía el uniforme de reglamento, llevaba encima una chaqueta y una gorra en las que se indicaban que pertenecía a la Guardia Nacional; a no ser que estuviera usurpando identidad. Lo cierto es que el hombre estaba completamente ebrio y nomás entró al colectivo y se cercioró de que estaba repleto, comenzó a mentarnos la madre a grito tendido a todos los que allí viajábamos. El estupor fue evidente. Por instantes hubo un silencio espeluznante, hasta que dos mujeres que iban en los puestos delanteros tomaron la batuta de la situación, lo enfrentaron, y no tuvieron descanso hasta que lograron «expulsar» a aquel tipejo que nos maltrató moralmente y nos hizo perder casi media hora de nuestro tiempo. No contentas con eso, aquellas valientes le pidieron al chofer de la unidad que se parara en la alcabala siguiente, y con la autoridad moral que le da a la mujer venezolana el habernos parido a todos, hicieron la respectiva denuncia ante los militares de guardia aquella noche, y regresaron a sus asientos satisfechas de la jornada. De más está decir que todos los hombres que íbamos en el colectivo -por lo menos quien esto escribe- sentimos en nuestro rostro el calor del sofocón moral. Cómodos en nuestros asientos dejamos que las cosas transcurrieran a su ritmo y no movimos un dedo para ayudarlas, o siquiera para alentarlas frente a aquella odisea. De más está decir, también, que en aquel momento especial me sentí orgulloso de la mujer venezolana, y con ella de mis abuelas, que parieron en suma treinta y cuatro hijos; de mi madre que está en el cielo y que fue toda una dama, de mi esposa que es una mujer ejemplar, de mi querida hermana, de mis tías, de mis bellas hijas. En fin, de las generaciones de mujeres que han hecho de este país un espacio para la convivencia, y que de seguro tomarán las riendas para conducirlo por el camino de la esperanza.
>
«El miedo toco a la puerta; la fe la abrio y no encontro a nadie«: M.L.King
IMAGEN: INFO-MUNDO
>
Rafael Caldera
|
CONVERGENCIA
MAS
URD
MEP
MIN
PCV
FUN
ONDA
AA
U
EPAP
FIN
UP
IDEAL
FAI
MID
|
956.529
595.042
32.916
27.788
19.386
19.330
10.308
8.863
7.154
6.285
4.445
4.087
4.039
3.713
3.626
2.786
|
17,03
10,59
0,59
0,49
0,35
0,34
0,18
0,16
0,13
0,11
0,08
0,07
0,07
0,07
0,06
0,05
|
Total
|
1.710.722
|
30,46
|
|
Claudio Fermín
|
AD
ICC
FDP
IRE
FACTOR E
MONCHO
ONI
PROSOCIAL
NR
|
1.304.849
5.224
3.992
3.776
2.077
1.760
1.507
1.236
866
|
23,23
0,09
0,07
0,07
0,04
0,03
0,03
0,02
0,02
|
Total
|
1.325.287
|
23,60
|
|
Oswaldo Álvarez Paz
|
COPEI
RENOVACION
VOLUNTARIOS
PAZ
SENCO
GE
|
1.241.645
10.583
6.624
6.613
5.908
5.133
|
22,11
0,19
0,12
0,12
0,11
0,09
|
Total
|
1.276.506
|
22,73
|
|
Andrés Velázquez
|
LCR
|
1.232.653
|
21,95
|
>
>
Esto terminará. Tarde o temprano el régimen de Hugo Chávez caerá. Su herencia será una nación dividida, un país arruinado y endeudado hasta los tuétanos, un parque industrial destruido, la mayoría de nuestra sangre vital ausente porque consiguieron otros horizontes donde desarrollarse como personas y profesionales. Por más de una década los venezolanos hemos contemplado un gobierno desmantelar una a una nuestras instituciones más preciadas. Y lo peor es que ese desmantelamiento ha contado con la ayuda y complicidad abierta de personajes con nombre y apellido que han atropellado los derechos humanos de las personas a los ojos impávidos de todos nosotros. Un juez pone en la cárcel por 30 años a los Comisarios sin una sola prueba, un Contralor persigue sin ningún rubor a cualquier dirigente que ponga en problemas la elección de algún candidato del gobierno, los Ministros del régimen y los familiares directos de la familia del Presidente se enriquecen a los ojos de todos sin que opere el más mínimo resquicio de justicia. Se han perdido alimentos en contenedores por valor de muchísimos millones de dólares y los Diputados, con nombre y apellido, de la Asamblea Nacional del gobierno se niegan a investigar, encubriendo flagrantemente un delito, que mas allá del delito de corrupción, es un delito en contra de la humanidad de miles de compatriotas que escarban la basura para buscar alimento. Un agricultor llamado Franklin Brito muere de mengua porque un funcionario con nombre y apellido decidió no entregarle lo que era suyo y una Juez llamada María Afiuni es atropellada en su condición humana por dar un fallo a derecho por una funcionaria, con nombre y apellido, a cargo de un penal de mujeres.
Pero esto terminará, tarde o temprano terminará. Y volveremos a reconstruir. Pero será imposible hacerlo sin que se haga justicia a una época de oscurantismo y persecución. Sin creer ingenuamente que volveremos a ser los venezolanos de antes, tendremos que volver a convivir. Y para eso necesitaremos que se haga justicia. Cuando el régimen termine, Hugo Chávez será el principal pero solo uno de los muchísimos responsables de esta tragedia que se llamó la Revolución Bolivariana. Y huirán, huirán los Magistrados cómplices, los Fiscales, los Ministros, los Narco-Generales, huirán como en su momento huyeron muchísimos oficiales de la SS alemanas culpables de delitos contra la humanidad después de la Segunda Guerra Mundial, con sus bolsillos rellenos de dinero de la corrupción de muchos años. Se esconderán en muchos países del mundo con otros nombres huyendo del brazo de la justicia que necesariamente prevalecerá en Venezuela.
Y como lo hizo en su oportunidad Simon Weisenthal al no olvidar la tragedia del pueblo judío en Europa, habrá venezolanos que no olvidarán la tragedia de Venezuela en estos años de ignominia. Weisenthal, tras haber estado prisionero en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, dedicó gran parte de su vida, a no olvidar y a localizar e identificar criminales de guerra nazis que se encontraban fugitivos y llevarlos a la justicia. Me puedo imaginar al Simon Weisenthal venezolano encontrando e identificando a Luisa Estela Morales en una peluquería en Buenos Aires con el supuesto nombre de Beatriz Algonzaga, o como lo hizo con Aldolf Eichman, secuestrando a Diosdado Cabello de un taller mecánico en Brasil en donde laboraba como perito automotriz. Solo imagínense a Nicolás Maduro en su trabajo de chofer de autobús en Montevideo y de pronto un comando lo baja del autobús y lo mete en el baúl de un carro para traerlo a la justicia venezolana. O a Juan Barreto localizado luego de mucha investigación, trabajando en un bar de travestis en Lima. Tendría un trabajo interesante e intenso esta versión venezolana del cazador judío y tendría mucha colaboración al ser bastante la gente que ha sido afectada por los desmanes de este régimen. No se sonrían, pero esa puede ser perfectamente una versión de nuestro futuro cercano.
No puede ser posible que tanto funcionario público, afecto a este régimen, se olvide que están delinquiendo por temor a perder un puesto de trabajo. Deben entender que esto no es más que un gobierno que pasará, muy malo pero que pasará como tantos otros. La actitud de la Juez Afiuni al actuar de conciencia en el caso que la condujo a prisión nos da la medida de que si existe gente decente y con coraje que hace su trabajo, independientemente del temor. Si todos no tuvieran temor otro gallo le cantara al gobierno. ¿Que locura colectiva esta pasando aquí? Pensará de verdad la Directora del penal donde se encontraba la Juez Afiuni, que no pagará por los delitos de persecución y maltrato a un ser humano y en especial a una mujer enferma? Pensarán los funcionarios que condenaron a los Comisarios a 30 años que eso pasará debajo de la mesa y no pagarán por eso? Pensará de verdad la funcionario que ha perseguido a Biaggio Pilieri que quedará tan campante en el país después de haber pisoteado la justicia como lo hecho? Todos ellos se irán corriendo del país al caer el régimen y serán perseguidos y encontrados por nuestro Simon Weisenthal.
Creo que no habrá un solo cazador sino muchos. Y eso les debería atemorizar a esta pléyade de áulicos del régimen que, tratando de ganar indulgencias, han pisoteado nuestra venezolanidad, nuestra forma de ser como pueblo, nuestra historia. Nunca como ahora había habido tanta iniquidad y tanta maldad persecutoria, ni siquiera cuando Gómez, respetando las distancias. Hasta en el castillo de Puerto Cabello que era donde encerraban a los opositores del régimen de Juan Vicente Gómez y botaban la llave, los esbirros tenían la decencia de dejar pasar para el preso la guitarra del compadre Venancio Laya. Es por eso que así como Hugo Chávez quedará preso en La Haya, el resto de los responsables de esta tragedia no dormirán por el temor a ser encontrados. Y ojala que nuestro Simon Weisenthal tampoco duerma hasta encontrarlos a todos…
Caracas 21 de Febrero de 2011
FUENTE: Noticiero Digital
REMISIÓN Y COMENTARIO:
Muy bueno y tendra que ser asi……
>
*** Siendo Comandante del Ejército en 1989 detuve a Chávez y a los conjurados para ejecutar en esos días el golpe que finalmente dieron en 1992. Este artículo relata la forma como los intrigantes de palacio desinformaron al Presidente Pérez y dejaron el camino abierto al proceso político que llevó a Chávez al poder. Este es mi homenaje póstumo al presidente quien aun después de semanas de haber muerto no logra descansar en paz.
A varias semanas de la muerte del ex presidente Carlos Andrés Pérez y mortificado por la incertidumbre sobre el lugar donde serán sepultados los restos de ese venezolano ilustre, me veo en la necesidad de precisar hechos históricos desconocidos para casi todos nuestros compatriotas, e importantes para comprender la situación que vive el país y quizás para que conociendo nuestros errores no volvamos a cometerlos.
En julio de 1989 yo era uno de los generales candidatos a ser Comandante General del Ejército. En ese momento ocupaba el cargo de Jefe del Estado Mayor de la fuerza. Nadie tenía idea de quién sería designado. Esos nombramientos son discrecionales del Presidente y yo a él ni siquiera lo conocía personalmente. Sólo me alentaba saber que ocupaba el primer lugar en mi promoción.
Como todos, estaba pendiente de las noticias de Miraflores. La noche del domingo 30 de junio fui al cine con mi esposa. A los 30 minutos de proyección vibró mi celular. Oí la inconfundible voz de “El Gocho” notificándome que había decidido nombrarme Comandante General del Ejército.
La película desapareció de mi vista. Me alegré inicialmente, pero de inmediato volví a la realidad. “El Caracazo” había ocurrido cuatro meses antes y las heridas estaban abiertas. Sabía que en el Ejército había una conspiración en marcha, comandada por el mayor Hugo Chávez Frías: yo la había denunciado en informes a la superioridad, los cuales fueron extrañamente desestimados. Había dificultades en algunas de las licitaciones para asignar contratos del plan de adquisiciones surgido a raíz de la entrada de la corbeta colombiana Caldas a nuestras aguas territoriales. Mi anhelado nuevo cargo no iba a ser un paseo de salud. CAP me había montado sobre un barril de pólvora, pero aun así se lo agradecí.
A los pocos meses del nombramiento se detectó que la empresa Margold, proveedora de la fuerza, había ofertado la venta de tres batallones de vehículos blindados ligeros a ser fabricados en Brasil. Al enviarse una comisión a inspeccionar la fábrica ofertante se supo que la empresa estaba cerrada. La señora Gardenia Martínez, representante de la compañía, manifestó que no había problemas porque los vehículos iban a ser fabricados en Singapur. Al pedírsele la documentación se determinó que estos vehículos eran distintos a los ofrecidos. Acto seguido solicité ante el Presidente de la República la rescisión de ese contrato y así se hizo. Por esos días empezaron a salir en la prensa nacional algunos comentarios poco favorables sobre esa decisión. Estaba claro que había herido intereses importantes, pero el Presidente no se había opuesto.
Cuando llegué al comando del Ejército una de mis prioridades era investigar la conspiración que había detectado antes, siendo Director de la Academia Militar. En aquella oportunidad algunas autoridades echaron tierra al asunto e incluso el principal señalado, el capitán Hugo Chávez Frías, fue ascendido al grado de mayor y enviado a un comando aislado en la frontera con Colombia. Esos hechos me intrigaron. En el Ejército estaba pasando algo raro y como Jefe de Estado Mayor yo no había tenido suficiente autoridad para llegar al fondo del asunto. Pero ahora yo era el Comandante General.
La DIM es el órgano responsable para conducir ese tipo de investigaciones de carácter político-militar. Mis anteriores solicitudes de información se habían estrellado contra el argumento de que no había suficientes pruebas para sustentar una denuncia, aunque me informaban que la DIM estaba investigando. Ahora, estando al timón del Ejército, tenía medios para averiguar a fondo.
Al poco tiempo recibí reportes sospechosos de la Dirección de Inteligencia del Ejército. Era obvio que alguien o algunos estaban manipulando la información. Pedí a la Dirección el expediente de Chávez. Los informes sobre actividades conspirativas de un grupo movido por el entonces capitán Chávez, que había pasado siendo Director de la Academia Militar, simplemente no aparecían. Alguien había lavado el expediente. Esto me impulsó a pedir permiso a CAP, en forma privada, para crear una red paralela de inteligencia con gente de mi confianza. El presidente me autorizó y a partir de ese momento la información empezó a fluir.
Estábamos en el mes de diciembre 1989 y las investigaciones realizadas por mi inteligencia paralela me indicaron de manera precisa que se preparaba un golpe para esos días. El Presidente se había ido de viaje a Davos, Suiza, dejando la presidencia a cargo del Dr. Alejandro Izaguirre. El 5 de diciembre en la tarde le informé al doctor Izaguirre sobre el plan conspirativo en marcha, del cual me había cerciorado por mi red paralela, y le dije que iba a detener a los conjurados para así abortar el golpe inminente.
El doctor Izaguirre consultó con el presidente en Davos. Debido a la diferencia horaria hubo que esperar varias horas hasta que al fin Pérez ordenó que no fueran detenidos hasta su regreso. Esa orden llegó tarde. Ya los tenía bien presos y el golpe había sido frustrado antes de ocurrir. Al otro día, al regresar, Pérez ordenó ponerlos en libertad. Un grupo de gente de su entorno incluyendo ministros, generales, guardaespaldas y hasta familiares, abogaron por Chávez. El general Herminio Fuenmayor, jefe de la DIM, declaró que no había conspiración puesto que él aun no la había detectado. Ante semejantes decisiones puse mi cargo a la orden por sentirme desautorizado. El presidente Pérez me convenció de que permaneciera al frente del Ejército.
Pero este episodio me creó una barrera con Pérez. A partir de ese momento me perdió confianza dirigiendose a mi llamándome “general” a secas. En abril de 1990 ocurrió algo que puso a prueba la relación de superior a subalterno. Un nuevo hecho de corrupción afloró involucrando a su jefe de seguridad personal, un cubano- venezolano llamado Orlando García. Éste resultó ser el presidente de una empresa cuya vendedora era su amante, la señora Gardenia Martínez. La conexión romántica no era el problema, sino que la señora Martínez, a través de la empresa Margold, había vendido al Ejército una munición checoeslovaca que no había entregado, pero sí cobrado en su totalidad. Las pruebas eran irrefutables. Pero había un problema humano: Gardenia era una de las mejores amigas de Cecilia Matos. Por eso el Presidente no tomó la decisión que como Comandante del Ejército cumplí el deber de recomendar: abrirle juicio a Orlando García, su jefe de seguridad.
Entiendo que la relación suya con Orlando García y de la señora Matos con Gardenia Martínez hacía difícil la situación para Pérez. Por ello se metió tras el burladero de la DIM, aduciendo que Herminio Fuenmayor aun no había terminado su investigación. Han debido ser días muy duros para Carlos Andrés Pérez, atrapado entre sus obligaciones como presidente y sus ataduras familiares. Lo cierto es que llegó el mes de julio de 1990 y, para mi sorpresa, no fui relevado de mi cargo. Según ha dicho después el almirante Carratú, jefe de la Casa Militar, esa fue la peor decisión en la vida de CAP. Yo humildemente creo que fue la decisión que lo salvó ante la historia.
Los meses fueron pasando y CAP y yo nos mantuvimos navegando entre dos aguas. Su estrategia era esperar hasta julio del 91 para que yo pasara a retiro. La mía era alertarlo sobre la existencia de una creciente conspiración y por la otra hacer entender las implicaciones negativas que para su administración tendría el escándalo de la Margold. Durante ese tiempo mantuve mi posición de que se le abriera juicio a Orlando García. Cada vez las maniobras retardatrices eran más difíciles para una persona con el orgullo del presidente. Mi severidad me hacía cada día más incómodo al recordarle el golpe y el contrato de marras. Al final, exhausto, CAP me dijo: “General, le prohíbo que vuelva a decirme que hay una conspiración. ¡A mí ningún militar me va a tumbar!”. Acto seguido volvió a su ritornelo: “Herminio sigue investigando a Orlando García”. Esta fue su via de escape para evitar que le mencionara el asunto. Pero el tiempo se estaba acabando y para mí la situación estaba llegando a un insostenible punto de quiebre ético y legal. A finales de mayo de 1991 informé personalmente al Presidente que si no abría una averiguación sumarial contra Orlando García tendría que denunciarlo, porque así lo demanda nuestro ordenamiento jurídico. No me contestó.
El 3 de junio en la tarde llamé al Presidente para informarle que al día siguiente denunciaría el caso de la Margold ante la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados. Me respondió tajantemente: «Le prohíbo ir al Congreso. Herminio no ha terminado su investigación». Al día siguiente en la mañana salí rumbo al Congreso Nacional. Cuando iba a la altura de la Ciudad Universitaria recibí una llamada del Ministro de la Defensa, el VA Héctor Jurado Toro. Me repitió el edicto presidencial.
Era muy tarde, yo había quemado mis naves. Le contesté: “Héctor, nadie me puede impedir poner esta denuncia”. A los pocos minutos llegué al Capitolio. Al entrar al edificio me abordó Henry Ramos Allup, jefe de la fracción parlamentaria de AD, diciéndome: «General, a Ud. el Presidente le prohibió venir”. Le repliqué: “Diputado, ¿a quién obedezco? ¿A la Constitución o al Presidente?”. Ramos Gallup sonrió socarronamente y me dejó pasar a la sala donde me esperaba la Comisión de Defensa. Lo demás es historia.
Este relato se ha hecho necesario porque el Caso de la Margold fue el más sonado escándalo de corrupción en el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez, cuyos adversarios históricos tratarán de involucrarlo en actos cometidos por personas de su entorno. Esto sería totalmente injusto. El presidente Pérez se vio atrapado en una madeja de problemas causados por familiares y antiguos relacionados, en contradicción con sus funciones de Estado. Puedo dar fe como testigo de excepción que se le hizo imposible balancear esas dos responsabilidades. Eso no lo exime de responsabilidad como gobernante, pero si de culpa como corrupto.
Después de la muerte de CAP, Carratú, el jefe de la Casa Militar que lo guió por esa cadena de desatinos, está publicando por internet su versión de la historia. Según él yo recomendé que Chávez aprobara el Curso de Estado Mayor, pese a haber sido reprobado. Además afirma que yo recomendé a Chávez para el ascenso y que incluso lo nombré comandante de Batallón de Paracaidistas con el cual se alzó.
Sorprenden estas declaraciones de Carratú. Muchas personas relevantes y responsables saben cuál era la situación e incluso los hechos fueron revelados entonces por periodistas de investigación. Es un conocido hecho histórico la conspiración de diciembre de 1989, que aborté deteniendo a los conspiradores con Chávez a la cabeza, y que el presidente Pérez ordenó ponerlos en libertad. Posteriormenente cuando a Chávez le correspondió asistir a su curso de Estado Mayor acababa de ser eximido de culpas por el propio Presidente de la República. Esto es el equivalente a un sobreseimiento antes de que se le abriera la causa. ¿Cómo podía el Comandante del Ejército que yo era, a riesgo de insubordinación ir contra una orden presidencial que exoneraba a un oficial negándole su derecho de atender un curso que le correspondía?
En cuanto al ascenso y cargos, la situación es similar. Las listas de candidatos a ascenso en el Ejército se envían a evaluación del Ministro de la Defensa y el Presidente de la República durante la segunda quincena del mes de junio de cada año. Yo fui destituido como Comandante del Ejército el 6 de junio de 1991, después que comparecí ante el Congreso para denunciar la estafa de la Margold. ¿Puede alguien explicar cómo pude recomendar para ascenso y cargos a Chávez o a quien fuera, luego de mi expulsión del Ejército? Así son las acusaciones que lanza por internet el almirante Carratú, quizás resentido porque estuvo detenido por participar en el proyecto Turpial, uno de los grandes negocios donde participó Cecilia Matos.
Carlos Andrés Pérez acató el Estado de Derecho inhibiéndose de actuar en la conspiración de Chávez, cuando quienes debieron hacerlo no le aportaron las pruebas necesarias para proceder judicialmente e incluso le ocultaron lo que estaba ocurriendo. Allí está el meollo de los hechos y quizás la clave de la conspiración. El presidente Pérez confió en quienes fueron desleales o incapaces, o actuaron no conforme a su deber sino atendiendo a las relaciones de palacio, a las cuales yo fui totalmente extraño. Esa equivocación suya casi le cuesta la vida a él y a su familia en febrero de 1992, y ahora le está costando la libertad y la democracia a Venezuela. Nos toca a los venezolanos corregir esa equivocación.
Sigamos adelante en nuestra lucha para sacudirnos la férula de Chávez y Fidel.
Historia regional y local del Valle del Tuy
Desde este puesto de vigía, con el mosquete listo, observo subjetivamente a la Venezuela en la que resisto
Blog de Opinión, Militar, Política y de DDHH. Editor: Coronel ® (FAV) Sammy Landaeta Millán @ProtestaMilitar Correo: sammylandaeta@gmail.com VENEZUELA.
Apps for any screen
Blog de Opinión, Militar, Política y de DDHH. Editor: Coronel ® (FAV) Sammy Landaeta Millán @ProtestaMilitar Correo: sammylandaeta@gmail.com VENEZUELA.
Debe estar conectado para enviar un comentario.