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>ALEJANDRO PEÑA (Un venezolano con valores) Por: Valentín Arenas Amigó

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ALEJANDRO PEÑA (Un venezolano con valores)/
Por: Valentín Arenas Amigó (*) 
27 de marzo 2011
La fortaleza de la Iglesia -institución veinte centenaria- reside en sus valores espirituales que los mártires defendieron con sus propias vidas. ¿Cómo hacer para destruir los valores espirituales? ¿Cuál es la cárcel, el sable, la pistola o la metralleta capaz de cumplir esa misión? Es por esto que la Iglesia, que nació dentro del Imperio Romano ha visto a través de veinte siglos subir y caer imperios que han explotado en diferentes países cual pompas de jabón en el aire.
 Empezó bautizando con sus mártires en el circo romano a ese mismo imperio y después ha visto ascender y caer a todos los regímenes autoritarios cuyos representantes pensaron que, encarcelando o asesinando a ciudadanos, podrían permanecer para siempre en el poder.
 Napoleón, Hitler, Mussolini, Perón, Pinochet, Fujimori, Pérez Jiménez, Trujillo, Batista y tantos otros. Con todo el poder concentrado en sus manos pensaban permanecer en él para siempre. Pero no fue así. Todos por igual desconocieron la dignidad del hombre y sus derechos humanos que son la consecuencia, todos pensaron que arrebatándoles a los ciudadanos más rebeldes sus libertades e incluso su vida permanecerían en el poder. No fue así. Unos antes y otros después, todos fueron derrotados por esa fuerza oculta e inmortal del espíritu que nació para ser libre y no morir jamás porque cuando el cuerpo desaparece, por ley natural o por voluntad de un autócrata, ese espíritu que nació para no morir pasa a un mundo superior donde el Dios creador lo espera. La conclusión es clara: embestir los valores humanos es peor que el magnicidio: es un verdadero suicidio. La historia así lo confirma.
 Dentro de este escenario de vida y realidades hay que ubicar el mensaje que Alejandro Peña Esclusa le ha enviado a todos los venezolanos, sin distinguir tendencias, en la ocasión de su injusto encarcelamiento practicado sin causa alguna en presencia de su esposa y de sus 3 menores hijas. Su primera declaración fue elocuente: “pueden encarcelar mi cuerpo pero mi espíritu está ahora más libre que nunca”. Esta frase retrata a un cristiano cabal incapaz de matar a nadie sino de abrazarlos a todos, oficialistas incluidos. Después confirmó esta declaración en un mensaje que enviado vía Internet titulado La cárcel como mecanismo de liberación que ensambla valores, valentía y fraternidad. Cero odio. Un ciudadano de esta calidad preso injustamente le hace más daño al gobierno que libre.
 ¿Quién puede contra la Iglesia fundada sobre valores del espíritu y quién puede contra un ciudadano de firmes convicciones que aun preso injustamente no es capaz de odiar ni a quienes ordenaron apresarlo? 
 Padre… perdónalos porque no saben lo que hacen. Amén. Sin duda que Venezuela está ya muy cerca de recuperar con su sistema democrático la prevalencia de la fraternidad entre todos los venezolanos que al igual que Cristo y la Iglesia manejan un arma muy potente: el amor. ¿Idealismo? Revisen la historia y verán que es puro realismo.

 Conocimos a Alejandro hace años. Es un cristiano que practica valores y por eso está libre de la esclavitud que exige la sumisión a los intereses económicos o al poderío político. Es un ciudadano que defiende una patria libre sin reparar en el costo. Bolívar lo hizo también. Imaginar a una persona así, a un padre de familia ejemplar y esposo fiel almacenando granadas explosivas en su casa que las guardaba en la mesita de estudio de sus menores hijas es una pobre fabula inventada por sus opresores. Seguramente fue por esto que impidieron la presencia de su abogado en ese momento. Miedo a la verdad. Todo esto explica por qué para Alejandro Peña la cárcel es para él liberación porque la grandeza no cabe en la pequeña celda donde está entero y sonriente. Tiene la misma calidad humana y el idealismo de nuestros estudiantes. Ambos quieren una patria libre.

 Su mensaje es muy claro: la patria de Bolívar necesita ser refundada sobre valores para que nadie intente someterla nunca más. La lucha por la independencia continúa…
(*) Profesor de instituciones políticas de la UCAB